investigación

Intervención en el patrimonio

RESTAURACIÓN DEL COLISEO POR VALADIER Y STERN

La intervención de consolidación del Coliseo producida en 1815 y 1820 fueron dirigidas por Giussepe Stern y Giussepe Valadier respectivamente. Esta actuación sobre el bien se realiza tras el creciente interés sobre los valores de las antiguas ruinas romanas que manifiestan personajes como Urbano V o Miguel Ángel.


Ambas intervenciones se ajustan a priori a lo que Camilo Boito denomina como “restauración científica” en tiempos posteriores. La intervención de Giussepe Stern es un gran cartabón macizo que consolida la estructura de las cadenas de arcos de medio punto de mármol. Esta pieza forma un “plano neutro” de ladrillo que genera un contraste con la estructura original haciendo las veces de fondo, sobre la que destaca la figura del Coliseo. El cartabón ocupa dos arcadas que se veían en un estado de deterioro avanzado, que presenta fisuras entre las juntas de las dovelas y claves de los arcos así como parte del alfiz. El arquitecto decide conservar estas fisuras como signos de un hecho histórico en el que se extraía la piedra del anfiteatro para construir otros edificios.

Mirando la primera intervención desde una óptica contemporánea podríamos hablar de aquella famosa frase de Sullivan “Form follows the function” ya que la fisionomía de la pieza tiene su razón de ser en la transmisión de las cargas y empujes horizontales que la cadena de arcos genera y que había sido la causa de las fisuras mencionadas. Por tanto se entiende que la descomposición de fuerzas en el límite de la parte vaciada del coliseo resultarían con un ángulo similar y que está comprendida en la pieza de ladrillo, que transmite las cargas al terreno y sirve de estabilizador de los esfuerzos en la estructura. El material elegido responde efectivamente a uno de los postulados posteriores propuestos por Camilo Boito, ya que se distinguen las etapas de construcción en la fisionomía del Coliseo romano.

Por otra parte la obra de Valadier, se presenta como un “cartabón encubierto”, decorado con arcos de medio punto que dan una imagen verídica del volumen original del Coliseo. Desde un punto de vista pragmático esta intervención es ambigua, se podría decir que está “inacabada”. Podría haberse completado el volumen entero del edificio. La intervención es de ladrillo excepto los capiteles que podrían llegar a confundir al observador, ya que, o bien son originales, y en tal caso estarían dentro de la “restauración científica” de Boito, o bien son nuevos pero emulan en el estilo y en el material a los originales, lo que no sería lo más conveniente según este último autor.

LUCES Y SOMBRAS DE LA KAISER - WILHELM - GEDÄCHTNISKIRCHE

La construcción de la iglesia Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche fue comenzada en el año 1891 y terminada en 1895. Con una torre de 113 metros de altura fue durante mucho tiempo la iglesia más alta de Berlín. En la Segunda Guerra Mundial fue bombardeada y se destruye la mayor parte del cuerpo de la iglesia a excepción de la del torreón y algunas capillas laterales que aún así quedan dañados.

En el año 1955 se convoca un concurso para su reconstrucción. No obstante, las bases de dicho concurso no contemplan la conservación de los restos. En línea con la lógica imperante sobre el patrimonio y la ciudad histórica de los años anteriores, el proyecto de Egon Eierman que pretende demoler los restos e implementar una nueva iglesia moderna es ganador del concurso. En aquel momento existía un impulso social por borrar las huellas del nazismo para la reconstrucción de una Alemania redimida. Además, las lógicas urbanísticas del movimiento moderno habían relegado al patrimonio y la ciudad histórica a un segundo plano como puede constatarse en el Plan Voisin (1925) de Le Corbusier. No obstante, en 1955 la arquitectura se encontraría en una fase de vanguardia posmoderna y en 1954 se firmaría la Convención de La Haya, enfocado a la conservación de los bienes culturales y enfatizando el valor del patrimonio.

El sentido de responsabilidad y el apego hacia el patrimonio de la sociedad berlinesa impide que este monumento sea demolido, por lo que Egon Eierman modifica el proyecto original. El nuevo proyecto consistiría en la implementación de dos volúmenes que se conjugan con los restos de la iglesia original y forman el conjunto religioso y museístico.

Sobre el conjunto arquitectónico es posible argumentar que se toma una decisión correcta al separar los nuevos edificios del antiguo mediante un espacio de relación topológica. Esto reafirma la presencia del monumento y lo respeta. Sin embargo, las decisiones formales y estéticas tomadas en el diseño de la parte nueva no parecen ajustarse a la intención de reafirmar los restos originales sino que compiten con ella desviando la atención. Otra decisión interesante es haber dejado los restos con sus cicatrices de la guerra, de la misma manera que Giussepe Stern lo hiciera en el Coliseo romano en el año 1807, como signo de un hecho histórico.

En lo que se refiere al diseño del nuevo espacio religioso Egon Eierman propone plantas de geometrías puristas, utilizando el cuadrado y el octógono. Intencionadamente, propone una construcción compleja y de alta tecnología para la época, un impulso que caracteriza gran parte de la historia económica alemana, con una doble envolvente y una estructura que se repite y que aísla y se separa en gran medida del exterior y de la idea de iglesia tradicional. La iluminación es “artificializada” y separada por tanto, de la naturaleza del espacio espiritual o sagrado más convencional. El proyecto se acerca en cierto sentido a la atopía en el sentido de Peter Eisenman, o a una autonomía del proyecto frente al lugar y también frente a la tradición.

Quizás esta intervención sobre el patrimonio podría sintetizarse en una frase: “alarde tecnológico frente a un monumento histórico”.


TECNOLOGÍA Y RESTAURACIÓN EN LA TORRE DE PISA

La Torre inclinada de Pisa es el campanil de un conjunto religioso ubicado en la ciudad del mismo nombre situada al sur de Roma. El conjunto de estilo románico lo conforman un baptisterio, una catedral y el campanil principalmente además de otros equipamientos, espacios y una muralla que circunda los tres monumentos. La construcción de la torre comienza en el año 1173 cuyas obras fueron dirigidas por Bonnano Pisano. En aquel entonces ya se había producido un asiento diferencial del edificio aún con la construcción inacabada. Esto se debe a que la conformación material y geotécnica del suelo no consigue resistir los esfuerzos ni la presión de hundimiento que provoca el peso de la Torre. Además este hundimiento se produce de manera variable, no homogénea, por las características o capacidades mecánicas heterogéneas del suelo. Diversos estudios del perfil del suelo muestran como se superponen estratos o capas de terreno arcilloso desde los 0 m hasta los -55 m agrupadas en tres niveles de compresibilidad. Estos niveles se hallan en constante transformación en cuanto a su volumetría por la presencia de agua en el subsuelo, que provoca el asiento y el movimiento de la torre.

La historia de la Torre inclinada de Pisa está colmada de restauraciones acontecidas en diferentes fechas. Las más importantes son la de Vasari en 1550,, Alessandro della Gherdardesca, la realizada por la empresa RODIO en 1934, y la de John B.Burland, Michele Jaminolkowski y Pierotti en el año 2000, que devuelve la torre a una inclinación que tenía 300 años atrás.

La complejidad tecnológica avanza en la torre a la par que en la historia, desde el recalce con piedras y argamasa hasta las actuaciones sobre la volumetría del subsuelo pasando por el micropilotaje. Todo ello ha supuesto un gran esfuerzo por mantener vivo un monumento que afronta la adversidad de la propia naturaleza donde se implanta, por una mala decisión del primer arquitecto, en este caso escultor que obviamente no disponía de la información suficiente sobre el tipo de suelo.

No obstante, creo que es acertado el esfuerzo en esta lucha por sostener un elemento de elevadísimo valor patrimonial, que es todo un hito del turismo y de la cultura en Italia. Las actuaciones no han provocado desperfectos en la imagen ni en la realidad física del monumento.

La problemática estructural de la torre pisa recuerda al efecto de “punzonamiento”, añadiéndose a éste la variabilidad del asiento. Una losa perimetral bien integrada y que abrace la cimentación del edificio podría aliviar este efecto. Bajo dicha losa de hormigón armado se podría realizar una mejora del terreno a partir de gravas que impidan que ese volumen sea ocupado por las arcillas tan inestables. En este sentido, me parece una buena solución la propuesta por F.Leonard en el año 1986, aunque extendería la losa de manera concéntrica a la base de la torre de tal manera que un momento flector se equilibrara con el otro, cuyas resultantes serían recogidas por el suelo en la parte superior de la losa enterrada (en este caso también su propio peso), y en la parte inferior de la losa donde la torre tiene mayor inclinación. El peso de la losa debe siempre quedar en una densidad inferior que la densidad actual de la torre y la menor que la del propio terreno a ser posible, aminorando la presión de hundimiento sobre la tensión admisible variable del terreno, al aumentar la superficie de la cimentación, e intentando “flotar” sobre este.

ESTUDIOS GEOMÉTRICOS